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¿Es posible el crecimiento infinito en un planeta finito?

Published by Isabel Uriostegui - May April, 2January8

Miguel Valencia 28 de marzo de 2018

Desde hace muchas décadas, los economistas poderosos proponen el crecimiento sin límites, infinito, permanente, como condición de la eliminación de la pobreza, la mejoría del bienestar social, el cuidado del medio ambiente, la preservación de las culturas, la mitigación del desastre climático y el buen desarrollo tecnológico y científico. Permanentemente proponen reformas, legislaciones, políticas, programas que hagan crecer el Producto Interno Bruto, el PIB de las naciones y el mundo, para acceder al “desarrollo”, la “modernidad “y el “progreso”. Desde hace muchos años impulsan las olimpiadas mundiales del crecimiento económico como solución a todos los males de la humanidad. Piensan que el crecimiento económico tiene cualidades mágicas, que produce bienestar general y hace evolucionar al ser humano: es su fetiche y el fundamento de su poder y su ingreso económico. Están en las garras de este dogma: han conseguido imponer al mundo un sistema condenado al crecimiento perpetuo que crea condiciones infernales cuando lo consigue y cuando no lo consigue. La guerra económica invade ahora todas las esferas de la vida.

Para conservar su fe y sus dogmas, estos economistas hacen todo lo posible por ocultar, negar, minimizar, los datos y los hechos que demuestran que el crecimiento económico produce lo contrario de lo que propone: el colapso de la Democracia, la Gobernabilidad, la Paz, la Ley, la Justicia, la Igualdad, la Solidaridad, la Seguridad Personal, los Derechos Humanos, la Producción, el Trabajo, el Bienestar, la Convivencia; el colapso del Campo, los Mares, la Alimentación, la Salud, la Educación, la Cultura, las Culturas, las Economías, las Autonomías, las Comunidades, las Ciudades; el colapso del colapso del Clima, la Ecología, los Ríos, los Lagos, los Humedales, los Glaciares,  los Suelos y el Agua limpios, las Especies, las Atmosferas,  entre otros. Ignoran las advertencias de 1971 y de 2001 del Reporte del grupo del MIT sobre Los Límites del Crecimiento financiado por el Club de Roma y del matemático y economista Nicholas Georgescu Roegen (La Ley de la Entropía y el Proceso Económico) Niegan que el crecimiento económico sea el creador del colapso de la vida en la Tierra, que pone a la especie humana en peligro de extinción.   

Atrapados en sus certidumbres sobre el crecimiento económico, estos economistas defienden neciamente el crecimiento por el crecimiento mismo; les importa muy poco su naturaleza o cómo se consigue: apoyan firmemente los subsidios a las tecnologías de mayor riesgo, las reformas más contrarias al bien común, los proyectos más devastadores, el ocultamiento de la información relevante sobre las tecnologías y los proyectos, la criminalización de la protesta social, el desprecio por la consulta social informada y los argumentos de los críticos. Se creen dueños de la verdad y de la única alternativa razonable, para la sociedad moderna. Son creadores del “pensamiento único” que se ha impuesto en los gobiernos, la gran empresa y gran parte de las universidades. Han conseguido que los argumentos económicos sean los únicos relevantes en la adopción de las grandes decisiones políticas, sociales, culturales, científicas, tecnológicas, climáticas y ecológicas. Han logrado que la ignorancia y las simplificaciones escandalosas dominen la esfera política y social. Han colocado en el poder al “Hombre Unidimensional” (Marcuse), al “Homo economicus”.  

Cínicos y oportunistas por naturaleza, los políticos y los empresarios poderosos apoyan ciegamente cualquier propuesta que tenga visos de aumentar el crecimiento económico, sin importar el costo climático, ecológico, cultural o social que pueda provocar. En las últimas décadas, en muchos países se ha vuelto cada vez más difícil conseguir el crecimiento económico – el crecimiento del PIB se sostiene porque aumentan los costos de los “desastres naturales” y los accidentes industriales, urbanos y domésticos creados por el crecimiento económico-, por lo que recurren a tecnologías altamente depredadoras(fracking, megaproyectos, G-5, robótica, biología sintética, nanotecnología, agrocombustibles, transgénicos, minería a tajo abierto, por ejemplo) para relanzar el crecimiento: han tenido que emplearse a fondo para impulsar reformas y legislaciones que faciliten los proyectos realizados con estas aberrantes nuevas tecnologías.

Aumenta en el mundo el riesgo de recesión, de decrecimiento, por las condiciones creadas por el mismo crecimiento económico. El agotamiento del gas y el petróleo convencional, de los minerales, los acuíferos, los suelos, las pesquerías y la devastación socio ambiental y la globalización, entre otros factores, hacen cada día más difícil el crecimiento: el odioso decrecimiento económico perturba el sueño de los economistas. La religión del crecimiento económico está amenazada por su incoherencia: ha excedido la capacidad de carga de la Tierra y choca con los límites de la finitud de la biosfera. El crecimiento es un proceso natural de los seres vivos, sin embargo, no conocemos de la existencia de un elefante de 20 metros de altura o de una abeja de 20 centímetros de largo o de un hombre de 10 metros de altura. La vida en la Tierra requiere una proporción de cada uno de sus elementos, exige límites a su crecimiento.  La propuesta economista de un crecimiento infinito en un planeta finito está basada en una visión abstracta del mundo, carece de amarre en la realidad de la Tierra: es una aberración que conduce a la multiplicación de los genocidios y los ecocidios; es un pensamiento demencial.  El crecimiento económico infinito que impulsan los gobiernos es un cáncer que destruye todo aquello que tiene trascendencia para el ser humano.                

¡Descrecimiento o colapso!

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