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La radiación que emiten los teléfonos celulares, ¿es segura?

Published by Isabel Uriostegui - May 17, 2January8
La vida surge hace unos 3 500 millones de años, en presencia e interacción de la energía radiante del sol y, los campos eléctricos y magnéticos de muy baja intensidad de la Tierra. Estos campos magnéticos terrestres, han permitido la orientación y la navegación de diversos tipos de organismos, como los de algunas especies de bacterias, termitas, peces, abejas, aves y ballenas. Se ha observado que los Electroencefalogramas (EEG), de los gatos, perros, delfines, reptiles y de los humanos, entre otros, coinciden con las bandas de respuesta al estímulo eléctrico. Lo que muestra una interacción evolutiva de adaptación a la Resonancia Shumann, que es un campo magnético débil, entre la superficie de la Tierra y la ionósfera y, cuyos rangos de frecuencia o ciclos por segundo en Hz o hercios coinciden perfectamente, lo que posibilita la absorción de estas frecuencias con el cerebro de estos organismos. Con el advenimiento inicial de la energía eléctrica y posteriormente de la electrónica, se han generado, un sin número de diferentes tipos de campos electromagnéticos (CEM) artificiales, con propiedades diferentes a los de origen natural, muy bioactivos y emitiéndose con elevados niveles de intensidad. Estas radiaciones de origen tecnológico, siguen aumentando de forma exponencial, sobre todo con las innovaciones electrónicas. La contaminación electromagnética no ionizante de origen tecnológico, es especialmente perniciosa porque escapa a la percepción de los sentidos humanos, circunstancia que tiende a fomentar una actitud bastante inconsciente en relación a la protección personal. La magnitud de esta contaminación es tal que, literalmente, NO HAY LUGAR DONDE ESCONDERSE. Además, dado el tiempo relativamente corto, durante el cual los seres vivos se han visto expuestos a ella, NO HAY NINGUNA INMUNIDAD EVOLUTIVA NI: contra los efectos nocivos que directamente pudiera tener sobre los organismos vivos ni, contra las posibles interferencias con los procesos electromagnéticos naturales, de los que dependen las funciones de los organismos vivos, como es el caso de las ballenas que pierden la línea geomagnética terrestre de navegación, por las maniobras militares con radares y sonares, muriendo encalladas en las playas. Los CEM artificiales de Frecuencia Extremadamente Baja (FEB), de 30 Hz a 300 Hz, se producen por los cables de alta tensión, los trenes eléctricos, como el metro y por los equipos electrodomésticos y electrónicos, entre otros. Los CEM de Radio Frecuencia y Microondas (RF/MO) de 300 MHz (MegaHerz) a 3 GHz (GigaHertz), son emitidos por los hornos de microondas, teléfonos móviles, teléfonos inalámbricos “fijos”, WiFi, computadoras de escritorio y portátiles, las tabletas y radares. Los efectos de los CEM de origen tecnológico sobre los seres vivos son de tipo térmico y no térmico, siendo estos últimos los más preocupantes, y esto es así, ya que sólo los seres vivos responden a este tipo de energía radiante, siendo alterados en diferentes funciones principalmente las del cerebro. Aún sin elevación de la temperatura se han demostrado ampliamente, daños adversos a la salud en múltiples estudios de tipo epidemiológico, en animales de laboratorio, en cultivo de tejidos humanos y de animales, así como en estudios genéticos. Existe una fuerte correlación entre el financiamiento de la investigación y los resultados, como encontró en 2006 la Universidad de Berna, Suiza, en relación a la RF/MO y los teléfonos móviles. Con fondos públicos se encuentra un 80% de efectos nocivos en el organismo, mientras que con fondos privados sólo encuentran un 33% de daños en el organismo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2002, estableció que las FEB, son un posible cancerígeno para humanos. En 2012, en una revisión sobre la leucemia infantil, M. Kundi, llegó a la conclusión de que estas radiaciones electromagnéticas deben ser clasificadas como cancerígeno humano definitivo. Para 2011 la OMS clasifica a la RF/MO, a la que operan los teléfonos celulares como posible cancerígeno y, en 2012 de acuerdo a una amplia revisión de L. Hardell y M. Carberg, porponen, de acuerdo a las normas establecidas por la OMS, que la RF/MO son cancerígeno humano definitivo. Una nueva patología generada por la exposición a los CEM artificiales, es la Electrohipersensibilidad (EHS) que presenta principalmente síntomas neurológicos, además de síntomas respiratorios, musculo esqueléticos, cardiovasculares, gastrointestinales y dermatológicos entre otros. La OMS ha delegado históricamente el establecimiento de la normatividad respecto a los CEM de origen tecnológico, en la Comisión Internacional para la Protección de las Radiaciones No Ionizantes (ICNIRP), reglamentación que no protege a la población, puesto que únicamente toma en cuenta los efectos térmicos inmediatos e ignora los efectos no térmicos, como la EHS y el cáncer, entre otros daños. El biofísico M. Repacholi fue de 1996-2006 el líder del Proyecto de CEM de la OMS. Estableció inmediatamente una estrecha colaboración entre la OMS y la ICNIRP (siendo director de ambas organizaciones), invitando a las industrias eléctricas, de telecomunicaciones, de nergía y militares a las reuniones. Organizó gran parte del proyecto CEM de la OMS financiado por las actividades lobísticas de las organizaciones de la industria de las telecomunicaciones. Repacholi contrató a Emilie van Deventer para este proyecto en el año 2000 y es la actual directora del mismo. Ella ha sido miembro mucho tiempo de la organización dominada por la industria, el Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos (IEEE) de USA. El IEEE es la federación de ingenieros más poderosa del mundo, sus miembros son o han sido empleados en empresas u organizaciones, como las compañías eléctricas, las empresas de telecomunicaciones y la industria militar. El IEEE ha priorizado los esfuerzos de los lobbies durante décadas especialmente dirigidos a la OMS. Van Deventer es ingeniera eléctrica. No tiene conocimientos previos en medicina, epidemiología o biología, por lo que es sorprendente que haya sido seleccionada para una posición tan importante en la OMS. DEVASTACIÓN SOCIOAMBIENTAL La irrupción de la comunicación social a nivel mundial es preocupante, ya que parece que solamente se puede comunicar la gente por estos medios electrónicos. Hay aislamiento, discriminación si no tienes teléfono inteligente, adicción, tecnoestrés, una verdadera incomunicación, contrariamente a lo promovido por la industria y por ejemplo, los adolescentes asiduos usuarios de este medio de comunicación son menos felices, además de tener depresión de acuerdo a diferentes estudios. En cuanto a los componentes de los teléfonos móviles, pueden tener hasta 80 elementos químicos, 200 minerales y más de 300 aleaciones, además de un 50% de plásticos. En muchos países del Sur, hay extractivismo de los minerales, despojo y devastación ambiental, así como un sin número de conflictos sociales y movimientos de resistencia. Las tierras raras, importantes elementos químicos de los dispositivos electrónicos, que se producen en la laguna Baotuo de Mongolia Interior, una tonelada de tierras raras produce 2 000 toneladas de residuos tóxicos, con el elemento químico Torio radiactivo. Dicha laguna tiene 10 millones de toneladas de lodos residuales. La contribución de las tecnologías de la comunicación (TIC´s) a la huella global total de carbono, se espera que crezca de aproximadamente del 1% en 2007 a 3.5% en 2020 y hasta 14% en 2040. En este caso, se consideran todos los dispositivos como PC, computadoras portátiles, monitores, teléfonos inteligentes y tabletas e infraestructura como centros de datos y redes de comunicación. Esto corresponde a la mitad del impacto de carbono de toda la industria del transporte. El iPhone promedio usa más energía que un refrigerador mediano. Aproximadamente 361 kWh si se suman conexiones inalámbricas, uso de datos y carga de la batería para el móvil y, aproximadamente 322 kWh por año para el refrigerador mediano. Cada vez hay teléfonos más grandes y más contaminantes: las grandes pantallas de las últimas generaciones emiten casi un 60% más de gases de efecto invernadero. Cada nueva generación de teléfonos contamina más en su producción y consume más energía eléctrica. El proceso de ensamblado de los teléfonos celulares Samsung en Vietnam, con 411 000 trabajadores, donde el 80% son mujeres jóvenes es extenuante. Ensamblan 2 000 celulares al día por persona, tienen condiciones de trabajo agotadoras, con turnos matutinos y vespertinos, de pié durante todo el turno de 9 a 12 hs que puede inducir a insuficiencia venosa crónica, parto prematuro, aborto espontáneo y trastornos musculo esqueléticos. Hay control del tiempo con “tarjetas de aseo” para poder ir al baño y maximizar el tiempo en la línea de producción. Están expuestos a altos niveles de ruido, a CEM y sustancias químicas tóxicas. Tienen desmayos y mareos en el trabajo, daños a la vista, hemorragias nasales, dolores en el estómago, los huesos y las articulaciones. La innovación tecnológica y la obsolescencia programada, generan rápidamente toneladas de basura electrónica, en 2016 se produjeron 44.7 millones de toneladas métricas y se espera que para 2021 sean 52.2. Solo se recicla el 20% de la basura electrónica a nivel mundial y de los teléfonos móviles menos del 1%, contaminando el medio ambiente en vertederos o rellenos sanitarios. Lo reciclado representa un negocio de metales y plásticos de 55 millones de euros. Los países recicladores están en China, Ghana y México entre otros. En muchos casos el reciclado se realiza en condiciones completamente inadecuadas e insalubres, quemando los plásticos para recuperar los metales. El humo del plástico quemado es sumamente tóxico, pues contiene dioxinas y/o furanos que son contaminantes orgánicos persistentes y cancerígenos, que tardan muchos años en degradarse. Tecnología inalámbrica 5G-IoT Se tiene proyectada la introducción para el 2020, la última generación de celulares, la red del 5G, que sera la base del Internet de las cosas IoT, por sus siglas en inglés. Esta tecnología usa microondas pulsantes de tamaño milimét
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